Este es un término acuñado a principios del siglo XX por el arqueólogo James Henry Breasted para referirse al origen de la agricultura en las regiones del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Egipto.Se llama creciente porque en el mapa las zonas de Mesopotamia y Egipto forman una luna en cuarto creciente.
Además tiene el adjetivo de fértil puesto que las inundaciones de los ríos cubrían el suelo de un limo muy rico en nutrientes que favorecía la agricultura. Por eso, en esta zona, nacieron las primeras civilizaciones de la Historia.La riqueza de la tierra y una agricultura abundante favorecieron que cada vez más personas se concentraran en estas áreas naciendo así las ciudades.
Además, la mejora en los métodos agrícolas permitió que quedara gente libre para dedicarse a otras tareas que no fueran la agricultura y la ganadería, como por ejemplo la artesanía o el comercio. Así se diversificó y especializó el trabajo.
De la misma forma, al haber más población se necesitó una mejor organización y control de la misma, lo que llevó a una creciente jerarquización de la sociedad. La cual ahora estará presidida por un rey. Estos reyes, alentados por las riquezas obtenidas por la agricultura y el comercio, comienzan a expandirse, y se desarrollan los primeros imperios de la Historia.
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